

-COMUNIDADES DE INDAGACIÓN:
HACIA EL DESARROLLO DEL-
Pensamiento crítico y pensamiento divergente y convergente
ACERCAMIENTO HISTÓRICO DEL PENSAMIENTO CRÍTICO
El pensamiento crítico, tal como lo señala George Carlin (1996) frente a los límites y peligros de confiar los destinos colectivos en una ciudadanía crédula, desinformada e irreflexiva, hace pensar que en especial este tipo de pensamiento se convierte en una apuesta que permitirá el logro de una actitud madura que imprime sentido, carácter y criticidad dentro del mismo accionar humano. En este sentido, el pensamiento crítico empodera y desarrolla una serie de destrezas interconectadas con otras potencialidades de alto nivel como la creatividad, la metacognición, los procesos de transferencia y socialización, lo cual ofrece a los sujetos una serie de habilidades que les permitirá adaptarse a los cambios y transformaciones sociales y culturales y, a las innovaciones tecnológicas que se dan de forma vertiginosa a escala mundial.
Dentro del derrotero histórico el pensamiento crítico nace desde la piscología cognitiva, tal como lo señala Sternberg (1985), en el cual concurren dos tradiciones que, aunque distintas, se han enriquecido de forma inter-retroactiva. Por un lado se encuentra la vena filosófica y, de otro lado la vena psicoeducativa. En cuanto a la tradición filosófica, esta está representada por Lipman y su proyecto de Filosofía para niños (FpN), quien centra su atención en el desarrollo de habilidades lógicas que permitan a los discentes pensar críticamente en circunstancias ideales. a propósito, Lipman señala que: “Si repensamos los objetivos de la educación y concluimos que el buen juicio es la culminación de ellos, y si entonces vemos que el pensamiento crítico y la racionalidad son caminos para el cultivo del juicio, será menos difícil demostrar que la filosofía, cuando es enseñada a la manera dialógica de la comunidad de investigación, de modo que se aplica, más bien que se aprende, es esencial para la educación en cualquier etapa, desde el jardín de infancia hasta los estudios superiores” (Matthew Lipman, 1988)
Por su parte, en la definición que ofrece Lipman podemos advertir cuatro elementos esenciales del pensamiento crítico. 1) Facilitar el juicio; 2) basarse en criterios; 3) Ser autocorrectivo y 4) Ser sensible a un contexto determinado. Sobra decir que estos pilares se encuentran interrelacionados, cuya articulación se da gracias a que el pensamiento crítico es un pensamiento que se vale de criterios y evaluaciones o valoraciones que apelan, también, a unos juicios llamados metacriterios. Dados los pilares anteriores, Lipman no duda de la relevancia del pensamiento crítico en las reformas educativas, pues este tipo de pensamiento configura un entramado complejo y orgánico de diferentes niveles de habilidades. Así, él indica que cuando pensamos, por ejemplo “nos vemos abocados a orquestar una amplia gama de habilidades cognitivas, agrupadas en familias tales como las habilidades de razonamiento, las habilidades de formación de conceptos, las habilidades de investigación y las de traducción” (Lipman, 1988).
En cuanto a la segunda tradición, uno de sus mayores representantes es sin duda alguna Dewey, quien define el pensamiento reflexivo (crítico) como aquel que es consciente de sus causas y efectos o consecuencias. Dewey (1906) en ¿Cómo pensamos?, considera al pensamiento crítico como un pensamiento reflexivo definiéndolo como “la consideración activa, persistente y cuidadosa de una creencia o forma supuesta de conocimientos a la luz de los fundamentos que la apoyan y de las conclusiones hacia las que tiende”, el cual no se resuelve por fuera de la esfera y la dinámica del conocimiento, lo que lo ubica como un producto de la racionalidad y la razonabilidad humana.
En los últimos años se ha visto cierto interés a la hora de profundizar sobre el pensamiento crítico y las habilidades que lo representan, con el objeto de articularlo y abordarlo dentro de los procesos pedagógicos, advirtiendo que este se complementa de manera didáctica y transversal con los diseños curriculares y ciertos modelos pedagógicos que correlacionan y abogan por el desarrollo de esta forma compleja de pensamiento. No sobra decir que si el pensamiento crítico es entendido como juicio crítico, análisis, reflexión, toma de decisiones y evaluación al sentir de una serie de autores y referentes teóricos, “no puede ser tratado de forma aislada e independiente de los contenidos y de las situaciones de la vida, ya que en cualquier faceta de ella, personal, académica y profesional, no va a aparecer de forma aislada”. (Fernández, 2002, 175)
Por último, el Pensamiento crítico es un ejercicio consciente del intelecto que permite realizar juicios y tomar decisiones luego del análisis, evaluación y contraste de argumentos, afirmaciones, puntos de vista y evidencias; por lo que debe entenderse como una habilidad que los estudiantes deben dominar desde la educación escolar inicial hasta los niveles de educación formal y superior. Esto implica enseñar a realizar juicios documentados, discernir y discriminar la calidad de la información, exponer correcta y ordenadamente (realizar operaciones lógicas), generar nuevos productos y pensar de manera autónoma en un entorno predominantemente digital, donde la confiabilidad de la información se vuelve incierta, tal como lo exigen los escenarios y ambientes virtuales de aprendizaje.
Referencias bibliográficas:
Fernández Martín, María (2002). Enciclopedia de pedagogía. Pensamiento crítico. Vol. 1. España: Ed. Espasa.
Lipman, M. (1998) Pensamiento complejo y educación. Madrid: Ediciones La Torre.
Lipman, M. (1997) Cuidar como forma de pensar. Madrid: Ediciones La Torre.

Reseña del Pensamiento Crítico
Elementos del Pensamiento Crítico

A continuación encontrarán un enlace que les llevará a realizar un recorrido por la historia del Pensamiento Crítico.
Línea de tiempo del Pensamiento Crítico